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Remolachas y Cebollas Lorraine

 

Este platillo ha resultado ser de lo más resultón. La remolacha, de siempre, la había conocido yo en su estado procesado y antinatural. ¿Os suenan esos botes infames de remolacha, zanahoria, apio o soja avinagrados y “aguachirriados”? En mi caso particular esa remolacha de “bote” se termina convirtiendo en un viajero de estantes de nevera que tiene como único destino posible el cubo de la basura, y no porque caduque sino por hastío, por puro y duro aburrimiento de verlo. Dicho esto, la remolacha natural  es, en mi opinión, tan maravillosa y sorprendente como misteriosa. Es uno de esos alimentos a los que miras y te dices… aha, sí, mmm, mmmm… y, sí, después de un sinfín de ensaladas con remolacha que terminaban de color rosita fiesta tiré de recurso manido pero eficaz, el relleno.

Para descubrir cómo sabe la foto de colorines necesitáis, para tres o cuatro personas, lo que sigue:

Paciencia y pulso casi quirúrgico
2 remolachas grandes
2 cebollas grandes
2 o 3 puerros
1 cebolleta tierna
3 o 4 tiras de panceta/ bacon
1 huevo duro
Un brick pequeño de nata líquida de avena (sustituible por nata líquida para cocinar)
Queso rallado para gratinar, yo usé manchego de oveja, pero usar cualquiera que os guste.
Nuez Moscada

¿Cómo lo hacemos?
Hervir las remolachas enteras y con piel hasta que estén blandas pero con textura (es decir, que no se aplasten cuando las peles ni las manipules), usar una olla en exclusiva para esto pues el agua se queda de color púrpura cuando las hierves. Reservar el agua tintada.
Mientras tanto, en el horno, asar las cebollas enteras, intentando también que conserven la textura fuerte que necesitamos para manipularlas.
Dejar templar remolachas y cebollas y pelar con cuidado. Partir por la mitad y cortar un poquito los culos para que puedan posarse en el plato.
Con mucho cuidado, un cuchillo que corte muy bien y más pulso que Derek Shepherd, vaciar el centro de las mitades para poder rellenarlas luego, que suena a dogma de coaching personal, lo sé, pero para rellenar tendremos que vaciar primero, obviamente.
Durante este proceso, poner a hervir el huevo, pelarlo y picarlo. Si no os gusta el huevo, el maíz puede actuar de sustituto digno.


Reservar los centros de remolacha y triturar con un poquito de “caldo tintado” de la remolacha hervida que hemos guardado y un chorrito de crema de avena o nata liquida. Rectificar de sal y pimienta. Esto se convertirá en la salsa rosa fucsia maravillosa. Mucho cuidado con los proyectiles del “minipimer”. Son bastante engorrosos de limpiar.

Finalmente, en una sartén, sofreír la cebolla picada, añadir la panceta/bacon cortada a tiras finas y añadir el puerro cortado a rodajas no demasiado anchas. Una vez la mezcla esté dorada, añadir el huevo picado y crema de avena o nata líquida. Calentar sin que llegue a hervir y espolvorear con un poco de nuez moscada.
Rellenar las mitades de remolacha con la mezcla. Rallar queso por encima de las verduras, gratinar en el horno previamente calentado. Servir caliente sobre un “dibujo” de puré de remolacha. Y Listo!

 

 

One Response to “Remolachas y Cebollas Lorraine”

  1. ME ENCANTA. Cómo disfruto, oiga! Reservar, coaching, proyectiles, culo… digno, digno.

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